> Final de rodaje / End of the shoot
Javier Cámara y Carlos Areces burlándose de su director, a mis espaldas.
Estoy escribiendo en mi camerino y escucho los ruidos de los últimos planos rodados por la segunda unidad: las figuras de unos azafatos contra un croma (esa superficie verde horrorosa donde se inserta digitalmente la imagen que uno elija), estas figuras las introduciremos en un plano general de un avión que aterrizó la semana pasada en el aeropuerto de Ciudad Real. Hay mucha animación en el estudio, tanto en el set donde yace (atravesada) la mitad de un avión, descuartizado, como por los pasillos donde tienen sus bases los equipos de decoración, peluquería y maquillaje, y mi camerino despacho.
El coloso, varado y sin piel, en mitad del plató del Estudio Desafío en Fuente El Saz de Jarama.
Este ha sido un rodaje muy animado, frente a la cámara y en la zona habilitada para los múltiples camerinos, improvisados en una nave junto al set, camerinos artificiales en plan la roulotte de Divine, en “Pink Flamingos”. Si de algo no pueden quejarse los actores en este rodaje ha sido de falta de animación. Me consta que en la Zona de Camerinos, llamada Miami por sus propios habitantes, ha llegado incluso a rodarse una película paralela, en blanco y negro. No me atrevo a citar el nombre de las estrellas implicadas, eso solo lo pueden desvelar ellos.
Miami impoluto, la semana antes de rodar, sin las huellas que han dejado los actores durante su veraneo.
Es maravilloso que en un trabajo de locos, todos los rodajes lo son, al menos los míos, haya gente que se lo pase tan bien. No es lo habitual, en absoluto. A esto nos ha ayudado considerablemente el hecho de tener una pequeña nave junto a la Nave Madre, durante las largas esperas la nave pequeña podía tener vida propia (¡y cómo!) porque los ruidos nunca alcanzarían el ámbito sonoro de la Nave Madre, catedral y laboratorio donde se han creado a lo largo de este caluroso verano los distintos miembros del monstruo que llegará a las pantallas, si queda alguna, a principios del próximo marzo. Ahora mismo estamos llegando al final de este proceso.
Mi hermano Agustín ya ha hecho la foto de rigor, dando yo la última claqueta, y de la nave de al lado llega el sonido de la música que se pondrá en la fiesta, para los chicos de producción la película ya ha terminado y empieza la fiesta, preparada en secreto en las últimas semanas. Para mí todo lo que ocurra será una sorpresa.
Si el éxito de una película es proporcional a la felicidad y el gozo de los que han intervenido en ella, “Los amantes pasajeros” será un éxito seguro. Pero sé que ni el fracaso ni la calidad de una película depende del buen rollo de los que han participado en ella. Hay obras maestra cuya elaboración fue una tortura y viceversa, malas películas donde imperó la felicidad entre los que las rodaron.
Hubo un momento, cuando rodábamos la semana pasada en Ciudad Real que yo ya tenía la melancólica sensación de que el rodaje había llegado a su final. Aunque rodábamos en Ciudad Real me alojaba en Almagro, en “La Casa del Rector”, el mismo estupendo hotel donde me acomodé en “Volver”. El último día de rodaje allí, me encontré con media hora libre, mi primera media hora libre en todo el verano, y la dediqué a pasear desde “La Casa del Rector” hasta el campo inmediato, una superficie amarilla en esta época del año. Me acordé mucho de Penélope, por esa misma calle y hacia el mismo campo paseábamos con frecuencia seis años antes. Y sentí esa mezcla de tristeza, relax y sensación de haber llegado al final de algo. Un rodaje es todo un mundo y toda una vida, concentrada en dos o tres meses. Cuando termino me invade una inevitable sensación de pérdida, de que algo se termina irremisiblemente. Algunos lo comparan con la depresión postparto, pero no es eso.
Entre esta línea y la anterior han pasado cuatro días. A pesar de lo escrito antes, no he experimentado la sensación de final hasta hoy mismo, lunes. Durante la mañana no consigo levantar el ánimo, ni con la noticia de la retirada de Aguirre. También es cierto que desde que terminamos de rodar oficialmente no he parado. El día siguiente a la fiesta de fin de rodaje no me levanté de la mesa de edición hasta no tener todo el material pegado para saber qué tipo de película hemos hecho. Y el fin de semana he tenido que volver al plató, junto a todos los actores, para una larga sesión de fotos con el icónico Jean Paul Goude, donde la alegría y la pasión demostrada por los pasajeros de este viaje impresionó al mismísimo Goude (recuerdan a Grace Jones, él fue quien la inventó. ¿Y el mítico anuncio de Egoiste donde un montón de mujeres salían a los balcones de una fachada de La Riviera Francesa para gritar “¡Egoiste!”?, Jean Paul Goude fue su autor) Como a toda la gente que admiro yo pensaba que era inasequible, y ha sido todo lo contrario. Los dos días que nos ha llevado la sesión de fotos dentro del avión, con el reparto al completo, se han convertido en una verdadera celebración. El mejor broche.
Pero hoy es distinto. Cecilia vuelve a Argentina, Chema Yazpik a Méjico, Javier Cámara se va a Barcelona, Carlos Areces entrega a partir de hoy su cuerpo (su alma todavía me pertenece) a la próxima película de Alex de la Iglesia, Raúl Arévalo desaparece en el insondable vientre de una serie, Miguel Ángel Silvestre se prepara para un futuro nuevo y excitante, Lola Dueñas vuelve a París donde no para de trabajar, etc. Aunque yo continúo trabajando en la postproducción, también empiezo una nueva vida, lleno de propósitos que probablemente no cumpliré. Sin Esperanza, pero con enormes deseos de mejorar.
Pedro Almodóvar
17 de septiembre de 2012
End of the shoot
I’m writing in my dressing room from where I can hear the sounds of the last shots being filmed by the second unit: the figures of several air stewards against a green screen (that horrific green surface where whatever image you choose can be inserted digitally). We’ll introduce those figures into a general shot of a plane that landed last week at Ciudad Real airport. There’s a lot of activity in the studio, both on the set where half a plane, in pieces, is spread out across the floor, and in the corridors that house the decoration, hairdressing and make-up teams and my dressing room-office.
This has been a very lively shoot, both in front of the camera and in the area fitted out for the multiple dressing rooms, improvised in a building next to the set, artificial dressing rooms like Divine’s trailer in “Pink Flamingos”. If there’s anything the actors on this shoot couldn’t complain about, it was the lack of entertainment. I know for a fact that in the Dressing Rooms Area, called Miami by its inhabitants, they even shot a parallel film, in black and white. I don’t dare mention the names of the stars involved, only they can reveal that.
It’s wonderful that in a labor of lunatics, as all shoots are, or at least mine is, there are people who have such a good time. It isn’t usual, not at all. We were helped considerably in this by the fact of having a small area next to the Mother Ship. During long periods of waiting, that small area could have a life of its own (and how!) because the noise would never reach the sound area of the Mother Ship, cathedral and laboratory which, over the course of this hot summer, witnessed the creation of the various limbs of the monster that will reach cinema screens, if there are any left, in early March 2013. We are now arriving at the end of this process.
My brother Agustín has already taken the obligatory photo, with me banging the last clapperboard, and coming from the “ship” alongside is the sound of the music to be played at the party. For the production crew, the film is over now and it’s time for the party, planned in secret over the last few weeks. For me, everything that happens will be a surprise.
If a film’s success is proportional to the happiness and enjoyment of those who have worked on it, “I’m So Excited” will be a guaranteed success. But I know that neither the failure nor the quality of a film depends on how well the participants got on. There are masterpieces whose making of was torture, and vice versa, bad films where happiness reigned among those who made them.
There was a moment, when we were shooting last week in Ciudad Real, when I already had the melancholic feeling that the shoot had reached its end. Even though we were shooting in Ciudad Real, I stayed in Almagro, in La Casa del Rector, the same wonderful hotel where I stayed during “Volver”. The last day of shooting there, I found I had a free half hour, my first free half hour in the whole summer, and I devoted it to walking from La Casa del Rector to the surrounding countryside, a yellowed surface at that time of the year. I remembered Penélope a lot. Six years before, we had frequently walked along that same street and out to the same countryside. And I felt that mixture of sadness, relaxation and the sensation of having reached the end of something. A shoot is a whole world and a whole life, concentrated in two or three months. When I finish, I’m filled by an inevitable feeling of loss, a feeling that something is irremissibly ending. Some compare it to postnatal depression, but it’s not that.
Four days have passed between this line and the previous one. Despite what’s written above, I didn’t experience the sensation of ending until today, Monday. Throughout the morning, I haven’t been able to cheer up, not even with the news of Aguirre’s retirement. It’s also true that, since we officially finished shooting, I haven’t stopped. The day after the wrap party I didn’t get up from the editing table until I had all the material together in order to know what kind of film we’d made. And at the weekend I had to go back to the set, together with all the actors, for a long photo shoot with the iconic Jean-Paul Goude, where the joy and passion shown by the passengers on this journey impressed even Goude. (Remember Grace Jones? He was the one who invented her. And the legendary ad for Egoiste where a crowd of women came out onto the balconies of a façade on the French Riviera to shout “Egoiste!”? Jean-Paul Goude was its author.) Like all the people I admire, I thought he was inaccessible, and in fact he was just the opposite. The two days spent on the photo shoot inside the plane, with the entire cast, became a real celebration. The perfect end.
But today it’s different. Cecilia is going back to Argentina, Chema Yazpik to Mexico, Javier Cámara is going to Barcelona, from today Carlos Areces is devoting his body (his soul still belongs to me) to Alex de la Iglesia’s next film, Raúl Arévalo is disappearing into the bottomless belly of a TV series, Miguel Ángel Silvestre is getting ready for a new exciting future, Lola Dueñas is going back to Paris where she never stops working, etc. Although I’m still working on post-production, I’m also starting a new life, full of resolutions I probably won’t keep. Without Esperanza (“Hope”) Aguirre, but with enormous desires to improve.
Pedro Almodóvar
17th September 2012