> FINAL DE RODAJE / END OF THE SHOOT
Javier Cámara y Carlos Areces burlándose de su director, a mis espaldas.
Estoy escribiendo en mi camerino y escucho los ruidos de los últimos planos rodados por la segunda unidad: las figuras de unos azafatos contra un croma (esa superficie verde horrorosa donde se inserta digitalmente la imagen que uno elija), estas figuras las introduciremos en un plano general de un avión que aterrizó la semana pasada en el aeropuerto de Ciudad Real. Hay mucha animación en el estudio, tanto en el set donde yace (atravesada) la mitad de un avión, descuartizado, como por los pasillos donde tienen sus bases los equipos de decoración, peluquería y maquillaje, y mi camerino despacho.
El coloso, varado y sin piel, en mitad del plató del Estudio Desafío en Fuente El Saz de Jarama.
Este ha sido un rodaje muy animado, frente a la cámara y en la zona habilitada para los múltiples camerinos, improvisados en una nave junto al set, camerinos artificiales en plan la roulotte de Divine, en “Pink Flamingos”. Si de algo no pueden quejarse los actores en este rodaje ha sido de falta de animación. Me consta que en la Zona de Camerinos, llamada Miami por sus propios habitantes, ha llegado incluso a rodarse una película paralela, en blanco y negro. No me atrevo a citar el nombre de las estrellas implicadas, eso solo lo pueden desvelar ellos.
Miami impoluto, la semana antes de rodar, sin las huellas que han dejado los actores durante su veraneo.
Es maravilloso que en un trabajo de locos, todos los rodajes lo son, al menos los míos, haya gente que se lo pase tan bien. No es lo habitual, en absoluto. A esto nos ha ayudado considerablemente el hecho de tener una pequeña nave junto a la Nave Madre, durante las largas esperas la nave pequeña podía tener vida propia (¡y cómo!) porque los ruidos nunca alcanzarían el ámbito sonoro de la Nave Madre, catedral y laboratorio donde se han creado a lo largo de este caluroso verano los distintos miembros del monstruo que llegará a las pantallas, si queda alguna, a principios del próximo marzo. Ahora mismo estamos llegando al final de este proceso.
Mi hermano Agustín ya ha hecho la foto de rigor, dando yo la última claqueta, y de la nave de al lado llega el sonido de la música que se pondrá en la fiesta, para los chicos de producción la película ya ha terminado y empieza la fiesta, preparada en secreto en las últimas semanas. Para mí todo lo que ocurra será una sorpresa.
Si el éxito de una película es proporcional a la felicidad y el gozo de los que han intervenido en ella, “Los amantes pasajeros” será un éxito seguro. Pero sé que ni el fracaso ni la calidad de una película depende del buen rollo de los que han participado en ella. Hay obras maestra cuya elaboración fue una tortura y viceversa, malas películas donde imperó la felicidad entre los que las rodaron.
Hubo un momento, cuando rodábamos la semana pasada en Ciudad Real que yo ya tenía la melancólica sensación de que el rodaje había llegado a su final. Aunque rodábamos en Ciudad Real me alojaba en Almagro, en “La Casa del Rector”, el mismo estupendo hotel donde me acomodé en “Volver”. El último día de rodaje allí, me encontré con media hora libre, mi primera media hora libre en todo el verano, y la dediqué a pasear desde “La Casa del Rector” hasta el campo inmediato, una superficie amarilla en esta época del año. Me acordé mucho de Penélope, por esa misma calle y hacia el mismo campo paseábamos con frecuencia seis años antes. Y sentí esa mezcla de tristeza, relax y sensación de haber llegado al final de algo. Un rodaje es todo un mundo y toda una vida, concentrada en dos o tres meses. Cuando termino me invade una inevitable sensación de pérdida, de que algo se termina irremisiblemente. Algunos lo comparan con la depresión postparto, pero no es eso.
Entre esta línea y la anterior han pasado cuatro días. A pesar de lo escrito antes, no he experimentado la sensación de final hasta hoy mismo, lunes. Durante la mañana no consigo levantar el ánimo, ni con la noticia de la retirada de Aguirre. También es cierto que desde que terminamos de rodar oficialmente no he parado. El día siguiente a la fiesta de fin de rodaje no me levanté de la mesa de edición hasta no tener todo el material pegado para saber qué tipo de película hemos hecho. Y el fin de semana he tenido que volver al plató, junto a todos los actores, para una larga sesión de fotos con el icónico Jean Paul Goude, donde la alegría y la pasión demostrada por los pasajeros de este viaje impresionó al mismísimo Goude (recuerdan a Grace Jones, él fue quien la inventó. ¿Y el mítico anuncio de Egoiste donde un montón de mujeres salían a los balcones de una fachada de La Riviera Francesa para gritar “¡Egoiste!”?, Jean Paul Goude fue su autor) Como a toda la gente que admiro yo pensaba que era inasequible, y ha sido todo lo contrario. Los dos días que nos ha llevado la sesión de fotos dentro del avión, con el reparto al completo, se han convertido en una verdadera celebración. El mejor broche.
Pero hoy es distinto. Cecilia vuelve a Argentina, Chema Yazpik a Méjico, Javier Cámara se va a Barcelona, Carlos Areces entrega a partir de hoy su cuerpo (su alma todavía me pertenece) a la próxima película de Alex de la Iglesia, Raúl Arévalo desaparece en el insondable vientre de una serie, Miguel Ángel Silvestre se prepara para un futuro nuevo y excitante, Lola Dueñas vuelve a París donde no para de trabajar, etc. Aunque yo continúo trabajando en la postproducción, también empiezo una nueva vida, lleno de propósitos que probablemente no cumpliré. Sin Esperanza, pero con enormes deseos de mejorar.
Pedro Almodóvar
17 de septiembre de 2012
End of the shoot
I’m writing in my dressing room from where I can hear the sounds of the last shots being filmed by the second unit: the figures of several air stewards against a green screen (that horrific green surface where whatever image you choose can be inserted digitally). We’ll introduce those figures into a general shot of a plane that landed last week at Ciudad Real airport. There’s a lot of activity in the studio, both on the set where half a plane, in pieces, is spread out across the floor, and in the corridors that house the decoration, hairdressing and make-up teams and my dressing room-office.
This has been a very lively shoot, both in front of the camera and in the area fitted out for the multiple dressing rooms, improvised in a building next to the set, artificial dressing rooms like Divine’s trailer in “Pink Flamingos”. If there’s anything the actors on this shoot couldn’t complain about, it was the lack of entertainment. I know for a fact that in the Dressing Rooms Area, called Miami by its inhabitants, they even shot a parallel film, in black and white. I don’t dare mention the names of the stars involved, only they can reveal that.
It’s wonderful that in a labor of lunatics, as all shoots are, or at least mine is, there are people who have such a good time. It isn’t usual, not at all. We were helped considerably in this by the fact of having a small area next to the Mother Ship. During long periods of waiting, that small area could have a life of its own (and how!) because the noise would never reach the sound area of the Mother Ship, cathedral and laboratory which, over the course of this hot summer, witnessed the creation of the various limbs of the monster that will reach cinema screens, if there are any left, in early March 2013. We are now arriving at the end of this process.
My brother Agustín has already taken the obligatory photo, with me banging the last clapperboard, and coming from the “ship” alongside is the sound of the music to be played at the party. For the production crew, the film is over now and it’s time for the party, planned in secret over the last few weeks. For me, everything that happens will be a surprise.
If a film’s success is proportional to the happiness and enjoyment of those who have worked on it, “I’m So Excited” will be a guaranteed success. But I know that neither the failure nor the quality of a film depends on how well the participants got on. There are masterpieces whose making of was torture, and vice versa, bad films where happiness reigned among those who made them.
There was a moment, when we were shooting last week in Ciudad Real, when I already had the melancholic feeling that the shoot had reached its end. Even though we were shooting in Ciudad Real, I stayed in Almagro, in La Casa del Rector, the same wonderful hotel where I stayed during “Volver”. The last day of shooting there, I found I had a free half hour, my first free half hour in the whole summer, and I devoted it to walking from La Casa del Rector to the surrounding countryside, a yellowed surface at that time of the year. I remembered Penélope a lot. Six years before, we had frequently walked along that same street and out to the same countryside. And I felt that mixture of sadness, relaxation and the sensation of having reached the end of something. A shoot is a whole world and a whole life, concentrated in two or three months. When I finish, I’m filled by an inevitable feeling of loss, a feeling that something is irremissibly ending. Some compare it to postnatal depression, but it’s not that.
Four days have passed between this line and the previous one. Despite what’s written above, I didn’t experience the sensation of ending until today, Monday. Throughout the morning, I haven’t been able to cheer up, not even with the news of Aguirre’s retirement. It’s also true that, since we officially finished shooting, I haven’t stopped. The day after the wrap party I didn’t get up from the editing table until I had all the material together in order to know what kind of film we’d made. And at the weekend I had to go back to the set, together with all the actors, for a long photo shoot with the iconic Jean-Paul Goude, where the joy and passion shown by the passengers on this journey impressed even Goude. (Remember Grace Jones? He was the one who invented her. And the legendary ad for Egoiste where a crowd of women came out onto the balconies of a façade on the French Riviera to shout “Egoiste!”? Jean-Paul Goude was its author.) Like all the people I admire, I thought he was inaccessible, and in fact he was just the opposite. The two days spent on the photo shoot inside the plane, with the entire cast, became a real celebration. The perfect end.
But today it’s different. Cecilia is going back to Argentina, Chema Yazpik to Mexico, Javier Cámara is going to Barcelona, from today Carlos Areces is devoting his body (his soul still belongs to me) to Alex de la Iglesia’s next film, Raúl Arévalo is disappearing into the bottomless belly of a TV series, Miguel Ángel Silvestre is getting ready for a new exciting future, Lola Dueñas is going back to Paris where she never stops working, etc. Although I’m still working on post-production, I’m also starting a new life, full of resolutions I probably won’t keep. Without Esperanza (“Hope”) Aguirre, but with enormous desires to improve.
Pedro Almodóvar
17th September 2012
> EL TIEMPO NO ESPERÓ
Para Bernardo todo ocurrió demasiado pronto, el superéxito como cantante y compositor pop (tenía 13 años cuando grabó “Groenlandia”), el exilio interior de dónde renacería convertido en excelente músico de bandas sonoras, de nuevo el éxito, la hiperactividad y el extrañamiento siempre dentro de la misma ciudad y con la misma gente, y finalmente su abrupta despedida en este criminal agosto. Odio agosto, este maldito mes se llevó a Sancho Gracia, Carlos Larrañaga, Aurora Bautista, Chavela Vargas y ahora a Bernardo…
Mi memoria de los dorados ochenta de repente se ve invadida por las sombras.
Pedro Almodóvar
30 de agosto de 2012
> ADIÓS, VOLCÁN / GOODBYE, VOLCANO
Adiós, volcán
Durante veinte años la busqué en sus escenarios habituales y desde que la encontré en el diminuto backstage de la madrileña Sala Caracol llevo otros veinte años despidiéndome de ella, hasta esta larguísima despedida, bajo el sol abrasivo del agosto madrileño.
Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo.
El gran escritor Carlos Monsiváis dijo “Chavela Vargas ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues”. Según el mismo escritor, al prescindir del mariachi Chavela eliminó el carácter festivo de las rancheras, mostrando en toda su desnudez el dolor y la derrota de sus letras. En el caso de “Piensa en mí”, (eso lo digo yo) una especie de danzón de Agustín Lara, Chavela cambió hasta tal punto el compás original que de una canción pizpireta y bailable se convirtió en un fado o una nana dolorida.
Ningún ser vivo cantó con el debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela. “Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira. Les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca (YO NUNCA, cantaba ella) he llorado”. Chavela creó con el énfasis de los finales de sus canciones un nuevo género que debería llevar su nombre. Las canciones de José Alfredo nacen en los márgenes de la sociedad y hablan de derrotas y abandonos, Chavela añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante. Se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara. Como espectador era una experiencia que me desbordaba, uno no está acostrumbrado a que te pongan un espejo tan cerca de los ojos, el desgarro con tirón final, literalmente me desgarraba. No exagero. Supongo que habrá alguien por ahí que le pasara lo mismo que a mí.
En su segunda vida, cuando ya tenía más de setenta años, el tiempo y Chavela caminaron de la mano, en España encontró una complicidad que Méjico le negó. Y en el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio. “Oye, quiero la estrella de eterno fulgor, quiero la copa más fina de cristal para brindar la noche de mi amor. Quiero la alegría de un barco volviendo, y mil campanas de gloria tañendo para brindar la noche de mi amor.” A lo largo de los años noventa y parte de este siglo, Chavela vivió esta noche de amor, eterna y feliz con nuestro país, y como cada espectador, siento que esa noche de amor la vivió exclusivamente conmigo. Chavela te cantaba solo a ti, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima. Las mejores versiones de “La llorona” las interpretó en sus últimos conciertos. Abordaba la canción con un murmullo, y en ese tono continuaba, recitando palabra por palabra, hasta llegar al épico final. Cantar lo que se dice cantar solo cantaba la última estrofa, de un modo ascendente hasta gritar su última y breve palabra. “Si como te quiero quieres llorona, quieres que te quiera más. Si ya te he dado la vida, llorona, qué más quieres. ¡Quieres MÁS!. Estremecía escuchar la palabra “más” gritada por Chavela.
La presenté en decenas de ciudades, recuerdo cada una de ellas, los minutos previos al concierto en los camerinos, ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel.
Los años de apoteosis española hicieron posible que Chavela debutara en el Olympia de París, una gesta que solo había conseguido la gran Lola Beltrán antes que ella. En el patio de butacas tenía a mi lado a Jeanne Moreau, a veces le traducía alguna estrofa de la canción hasta que Moreau me murmuró “no hace falta, Pedro, la entiendo perfectamente” y no porque supiera español.
Y con su deslumbrante actuación en el Olympia parisino consiguió, por fin, abrir las puertas que más férreamente se le habían cerrado, las del Teatro Bellas Artes de Méjico DF, otro de sus sueños. Antes de la presentación en París un periodista mejicano me agradeció mi generosidad con Chavela. Yo le respondí que lo mío no era generosidad, sino egoísmo, recibía mucho más que daba. También le dije que aunque no creía en la generosidad sí creía en la mezquindad, y me refería justamente al país de cuya cultura Chavela era la embajadora más ardiente. Es cierto que desde que empezara a cantar en los años cincuenta en pequeños antros (¡lo que hubiera dado por conocer El Alacrán, donde debutó con la bailarina exótica Tongolele!) Chavela Vargas fue una diosa, pero una diosa marginal. Me contó que nunca se le permitió cantar en televisión o en un teatro. Después del Olympia su situación cambió radicalmente. Aquella noche, la del Bellas Artes del D.F., también tuve el privilegio de presentarla, Chavela había alcanzado otro de sus sueños y fuimos a celebrarlo y a compartirlo con la persona que más lo merecía, José Alfredo Jiménez, en el bar Tenampa de la Plaza de Garibaldi. Sentados debajo de uno de los murales dedicados al inconmensurable José Alfredo bebimos y cantamos hasta el amanecer (ella no, solo bebió agua aunque al día siguiente los diarios locales titulaban en su portada “Chavela vuelve al trago”). Cantamos hasta el delirio todos los que tuvimos la suerte de acompañarla esa noche, pero sobre todo cantó Chavela, con uno de los mariachis que alquilamos para la ocasión. Era la primera vez que la escuchábamos acompañada por la formación original y típica de las rancheras. Y fue un milagro, de los tantos que he vivido a su lado.
En su última visita a Madrid, en una comida íntima con Elena Benarroch, Mariana Gyalui y Fernando Iglesias, tres días antes de su presentación en la Residencia de Estudiantes, Elena le preguntó si nunca olvidaba las letras de sus canciones . Chavela le respondió: “a veces, pero siempre acabo donde debo”. Me tatuaría esa frase en su honor. ¡Cuántas veces la he visto terminar donde debe!. Aquella noche en el indescriptible bar Tenampa, Chavela terminó la noche donde debía, bajo la efigie de su querido compañero de farras José Alfredo, y acompañada de un mariachi. Las canciones que ella desagarró en el pasado, acompañada por dos guitarras, volvieron a sonar lúdicas y festivas, donde y como debía ser. “El último trago” fue aquella noche un delicioso himno a la alegría de haberse bebido todo, de haber amado sin freno y de seguir viva para cantarlo. El abandono se convertía en fiesta.
Hace cuatro años fui a conocer el lugar de Tepoztlán donde vivía, frente a un cerro de nombre impronunciable, el cerro de Chalchitépetl. En esos valles y cerros se rodó “Los siete magníficos”, que a su vez era la versión americana de “Los siete samuráis” de Kurosawa. Chavela me cuenta que la leyenda dice que el cerro abrirá sus puertas cuando llegue el próximo Apocalipsis y solo se salvarán los que acierten a entrar en su seno. Me señaló el lugar concreto de la ladera del cerro donde parecían estar dibujadas dichas puertas.
Circulan muchas leyendas, orgánicas, espirituales, vegetales, siderales, en esta zona de Morelos. Además de los cerros, con más roca que tierra, Chavela también convive con un volcán de nombre rotundo, Popocatépetl. Un volcán vivo, con un pasado de amante humano, rendido ante el cuerpo sin vida de su amada. Tomo nota de los nombres en el mismo momento en que salen de los labios de Chavela y le confieso mis dificultades para la pronunciación de las “ptl” finales. Me comenta que durante una época las mujeres tenían prohibido pronunciar estas letras. ¿Por qué? Por el mero hecho de ser mujeres, me responde. Una de las formas más irracionales (todas lo son) de machismo, en un país que no se avergüenza de ello.
En aquella visita también me dijo “estoy tranquila”, y me lo volvió a repetir en Madrid, en sus labios la palabra tranquila cobra todo su significado, está serena, sin miedo, sin angustias, sin expectativas (o con todas, pero eso no se puede explicar), tranquila. También me dijo “una noche me detendré”, y la palabra “detendré” cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. “Poco a poco”, continuó, “sola, y lo disfrutaré”. Eso dijo.
Adiós Chavela, adiós volcán.
Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme,
Pedro Almodóvar
5 de Agosto de 2012
Goodbye, volcano
For twenty years I looked for her on her usual stages and, ever since I found her in the tiny backstage of the Sala Caracol in Madrid, I’ve been saying goodbye to her for another twenty years, until this very long farewell, under Madrid’s abrasive August sun.
Chavela Vargas turn abandonment and grief into a cathedral in which there was room for everyone and from which you emerged reconciled with your own mistakes, and willing to continue committing them, to try again.
The great writer Carlos Monsiváis said: “Chavela Vargas knew how to express the grief of the rancheras with the radical nakedness of the blues”. According to the same writer, by doing without the mariachi, Chavela eliminated the festive nature of the rancheras, showing in all its rawness the pain and defeat of their words. In the case of “Piensa en mí” (and this is what I say), a kind of danzón by Agustín Lara, Chavela changed the original beat to such an extent that it was transformed from a vivacious song you could dance to into a fado or an aching lullaby.
No living being sang the songs by the brilliant José Alfredo Jiménez with the necessary ferocity like Chavela did. “And if they want to know about my past, I’ll have to tell another lie. I’ll tell them that I came from a strange world, that I don’t know what pain is, that I triumphed in love and that NEVER (I NEVER, she used to sing) HAVE I CRIED”. With the emphasis at the end of her songs, Chavela created a new genre that should bear her name. José Alfredo’s songs were born on the fringes of society and they speak of suffering and abandonment, Chavela added an ironic bitterness that was superimposed on the hypocrisy of the world in which she had lived and to which she always sang defiantly. She took delight in the endings, she transformed the lament into a hymn, she spat the ending into your face. As a spectator, it was an experience that overwhelmed me, one is not used to having a mirror held so close to one’s eyes, the heart rending tone with the final tug literally rent my heart. I’m not exaggerating. I guess there must be someone else out there who went through the same thing as I did.
In her second life, when she was over seventy, time and Chavela walked hand in hand. In Spain she found a support that Mexico denied her. And in the bosom of that support, Chavela achieved a serene plenitude, her songs gained in sweetness, and she developed all the love that also dwelled in her repertoire. “Listen, I want the star that shines eternally, I want the glass of finest crystal to celebrate the night of my love. I want the joy of a returning boat, and a thousand bells of glory pealing to celebrate the night of my love.” Throughout the 90s and part of this century, Chavela lived that night of love, eternal and happy, with our country and, like each spectator, I feel that she lived that night of love exclusively with me. Chavela sang only to you, in your ear, and when the torrent of her voice was less powerful (I’m not talking about a decline, she never experienced that, she did and she sang what she wanted and how she wanted), Chavela became more intimate. She sang the best versions of “La Llorona” [“The Weeping Woman”] in her last concerts. She approached the song in a murmur, and she continued in that tone, reciting word for word, until she reached the epic ending. As far as singing goes, she only sang the last verse, in a rising tone, until she shouted its last, brief word. “Knowing how I love you, weeping woman, you want me to love you more. If I’ve already given you my life, weeping woman, what more do you want? You want MORE!” It made you shudder to hear the word “more” shouted by Chavela.
I introduced her in dozens of cities, I remember each one of them, the minutes prior to the concert in the dressing rooms, she had given up alcohol and I cigarettes, and in those moments we were like two sets of withdrawal symptoms combined. She’d tell me how much good a glass of tequila would do her, to warm her voice, and I’d tell her that I’d eat a pack of cigarettes to deal with my anxiety, and we’d end up laughing, holding hands, kissing. We kissed a lot, I know her skin very well.
The years of Spanish apotheosis made it possible for Chavela to make her debut in the Olympia in Paris, a feat that only the great Lola Beltrán had achieved before her. In the stalls, I was sitting beside Jeanne Moreau. I translated the occasional verse of a song for her until Moreau murmured to me “It’s not necessary, Pedro, I understand her perfectly”, and not because she spoke Spanish.
And with her dazzling performance in the Parisian Olympia, she managed, finally, to open the doors that had been most firmly closed to her, those of the Teatro Bellas Artes in Mexico City, another of her dreams. Before I did the introduction in Paris, a Mexican journalist thanked me for my generosity with Chavela. I told him that it wasn’t generosity, it was selfishness. I was receiving much more than I was giving. I also told him that, even though I didn’t believe in generosity, I did believe in meanness, and I was referring precisely to the country of whose culture Chavela was the most ardent ambassadress. It’s true that even when she started singing in the 50s in seedy little bars (what I would have given to have known El Alacrán, where she made her debut with the exotic dancer Tongolele!), Chavela Vargas was a goddess, but a marginalized goddess. She told me that she was never allowed to sing on television or in a theater. After the Olympia, her situation changed radically. That night, in the Bellas Artes in Mexico City, I again had the privilege of introducing her. Chavaela had realized another of her dreams and we went to celebrate it and to share it with the person who most deserved it, José Alfredo Jiménez, in the Tenampa bar in the Plaza de Garibaldi. Sitting under one of the murals dedicated to the great José Alfredo, we drank and sang till dawn (she didn’t, she only drank water, although the next day the headlines in the local papers said “Chavela drinking again”). All of us who were lucky enough to accompany her that night sang like crazy, but above all Chavela sang, with the mariachis we hired for the occasion. It was the first time we heard her accompanied by the original, traditional backing for rancheras. And it was a miracle, one of the many I have experienced at her side.
On her last visit to Madrid, at a private lunch with Elena Benarroch, Mariana Gyalui and Fernando Iglesias, three days before her presentation in the Residencia de Estudiantes, Elena asked her if she ever forgot the words of her songs. Chavela answered her: “At times, but I always finish where I should”. I’d tattoo myself with that phrase in her honor. I’ve seen her finish so many times where she should! That night, in the indescribable Tenampa bar, Chavela finished the night where she should, under the effigy of her beloved fellow party goer José Alfredo, and accompanied by the mariachis. The songs that she’d sung with such ferocity in the past, accompanied by two guitars, once again sounded playful and festive, where and how she should have been. That night, “El ultimo trago” [The Last Drink”] was a delicious hymn to the joy of having drunk everything, of having loved in excess, and of being alive to sing about it. Abandonment became a celebration.
Four years ago I went to visit the place in Tepoztlán where she lived, in front of a hill with an unpronounceable name, Chalchitépetl Hill. “The Magnificent Seven”, the American version of Kurosawa’s “The Seven Samurai”, was shot in those valleys and hills. Chavela told me that legend says that the hill will open its doors when the next Apocalypse comes and only those who manage to get inside will be saved. She showed me the specific place on the side of the hill where those doors seemed to be drawn.
There are lots of legends, organic, spiritual, vegetable, sidereal, circulating in this area of Morelos. As well as the hills, with more rock than earth, Chavela also coexists with a volcano with a resounding name, Popocatépetl. A live volcano, with the past of a human lover, lying in devotion before the lifeless body of his beloved. I took note of the names as they were falling from Chavela’s lips and I confessed my difficulties in pronouncing the final “ptl”. She told me that for a time women were forbidden to pronounce those letters. Why? “For the mere fact of being women”, she answered. One of the most irrational (they all are) forms of machismo, in a country that isn’t ashamed of it.
On that visit, she also said to me: “I’m at peace”, and she said it again in Madrid. On her lips the words “at peace” take on all their meaning, to be serene, without fear, without anguish, without expectations (or with all of them, but that can’t be explained), at peace. She also told me: “One night, I’ll stop”, and the words “I’ll stop” were both weighty and light, both definitive and casual. “Gradually”, she continued, “alone, and I’ll enjoy it”. That’s what she said.
Good bye Chavela, goodbye Volcano.
Your husband, in this world, as you liked to call me,
Pedro Almodóvar
August 5th 2012
> AUTOENTREVISTA PREMATURA Y UNA PROMESA
P- ¿Qué adjetivo le gustaría que el público adjudicara a su película?
R- Tronchante.
P- ¿Qué adjetivo le preocuparía?
R- Telúrica.
P- ¿Con cuál se conformaría?
R- Amena, entretenida.
P- ¿Qué adjetivo le dejaría indiferente?
R- Almodovariana.
P- ¿Cuál le inquietaría seriamente?
R- Se hace larga.
P- ¿Y cuál le inquietaría más seriamente todavía?
R- No sería un adjetivo sino una frase, un concepto, un argumento desarrollado que significara más o menos “se repite sin gracia, todo parece indicar que lo mejor de Almodóvar pertenece al pasado. Ahórrense el esfuerzo de piratearla”.
P-¿Qué comentario encontrará tremendamente injusto?
R- Los actores están fatal.
P- ¿Festivales a la vista?
R- No, gracias.
P- ¿Qué es más difícil el drama o la comedia?
R- Ambos géneros lo son por igual.
P- ¿Qué expresiones de las habituales no se oyen en esta película?
R- “Con la que está cayendo”, “situación complicada”, “crisis económica”, “prima de riesgo”, “te has pasado siete pueblos” (ni nada parecido, odio esta expresión), “hacer los deberes”, “la herencia del pasado”…
P- ¿Qué personajes de la actualidad no se nombran?
R- Angela Merkel, Rajoy, Cospedal (y eso que me une a ella el pertenecer a la Asociación Nacional de la Mantilla, en serio), Zapatero… y muchos más.
P-¿Sobre qué personaje real español le gustaría hacer una película?
R- Sobre la monja María Gómez Valbuena, la supuesta ladrona de niños. Sobre el juez Carlos Dívar, y la judicatura, en general. También creo que Encarna Sánchez merece una película, a mí me encantaría hacerla, pero no la haré.
P- Mójese, ¿cuál es el personaje actual español que más odia?
R- Odio la expresión “mójese”.
P- Su película transcurre básicamente a diez mil metros de altura, ¿qué se ve desde allí?
R- Nubes básicamente. Cuando amenaza con aparecer un pico de realidad, la famosa prima, la cifra de parados, la aprobación de la subida del IVA, los gritos de todo el género femenino contra el ministro Gallardón, yo pongo digitalmente un grupo de nubes flamígeras, las nubes lo tapan todo. Deliberadamente he huido de la realidad, es todo ficción.
P- ¿No cree que esta entrevista resulta un poco gratuita, teniendo en cuenta que solo está en la cuarta semana de rodaje?
R- Es prematura, por eso el título, pero no gratuita. Aunque es cierto que con el tipo de promociones que se hacen ahora no hace falta hacer entrevistas hasta el mismo mes del estreno. Toda información actual se devora al instante, todo es muy efímero, excepto el silencio.
P- ¿Qué piensa encontrar la próxima primavera, cuando estrene su película?
R- Me da miedo pensar en el 2013.
P- ¿Supersticioso?
R- ¡No! El 13 siempre me trajo buena suerte. Los que saben de esto aseguran que el próximo año será todavía peor que éste, a no ser que se reconsidere la actual situación desde otra perspectiva. Pero creo que esta autoentrevista se me está yendo de las manos.
P- ¿Es eso posible?
R- Por supuesto.
P- Para el estreno de “Los amantes pasajeros”, ¿dará entrevistas, o seguirá autoentrevistándose?
R- Haré de todo, supongo. Reconozco que la autoentrevista siempre me ahorra tiempo.
P- Y preguntas.
R- Yo hablo de todo menos de quién se acuesta conmigo. Te voy a hacer una promesa (aunque yo no soy hombre de hacer promesas y mucho menos de cumplirlas) si nuestro presidente de gobierno, sea quien sea en la próxima primavera, concede entrevistas a todos los medios y contesta a todo tipo de preguntas yo haré lo mismo, en caso contrario expenderé comunicados en las redes sociales y me autoentrevistaré, sin ocultar nada, eso sí.
P- Amén.
Pedro Almodóvar
31 de julio de 2012
Q- What adjective would you like the public to apply to your film?
A- Hilarious.
Q- What adjective would worry you?
A- Telluric.
Q- Which would you settle for?
A- Enjoyable, entertaining.
Q- What adjective would leave you indifferent?
A- Almodovarian.
Q- Which would seriously worry you?
A- It feels long.
Q- And which would make you even more seriously worried?
A- It wouldn’t be an adjective, it would be a sentence, a concept, a developed argument that meant more or less “he’s repeating himself in an unfunny way, everything seems to show that the best of Almodóvar is in the past. Save yourself the trouble of download it illegally”.
Q- What comment will you find tremendously unfair?
A- The actors are terrible.
Q- Festivals on the horizon?
A- No, thank you.
Q- Which is harder, drama or comedy?
A- Both genres are equally hard.
Q- Which of the usual expressions are not heard in this film?
A- “In the present situation”, “complicated situation”, “financial crisis”, “risk premium”, “you’ve gone way over the line” (or anything like it, I hate this expression), “do one’s homework”, “legacy of the past”…
Q- What present day figures aren’t mentioned?
A- Angela Merkel, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal (even though we’re linked by the fact we both belong to the National Mantilla Association, seriously), José Luis Rodríguez Zapatero… and many more.
Q- About what real life Spanish character would you like to make a film?
A- The nun María Gómez Valbuena, the supposed baby stealer. The judge Carlos Dívar, and the judiciary in general. I also think Encarna Sánchez deserves a film, I’d love to make it, but I won’t.
Q- Stick your neck out, which present day Spanish figure do you hate most?
A- I hate the expression “stick your neck out”.
Q- Your film takes place, basically, at a height of 10,000 meters. What can you see from there?
A- Clouds, basically. When a touch of reality threatens to appear, the famous premium, the unemployment figures, the approval of the VAT increase, the shouts of the entire female gender against the Minister of Justice Gallardón, I digitally insert a group of blazing clouds, clouds cover everything. I’ve deliberately fled from reality, it’s all fiction.
Q- Don’t you think this interview is a little gratuitous, bearing in mind that you’re only in the fourth week of shooting?
A- It’s premature, hence the title, but not gratuitous. Although it’s true that, with the kind of promotions being done today, you don’t need to do interviews until the month the film opens. All current information is instantly devoured, everything is very ephemeral, except silence.
Q- What do you think you’ll find next spring, when you open your film?
A- I’m scared to think about 2013.
Q- Superstitious?
A- No! Thirteen has always brought me good luck. People in the know say next year will be even worse than this one unless the present situation is reconsidered from another perspective. But I think that this self-interview is getting out of my control.
Q- Is that possible?
A- Of course.
Q- For the opening of “I’m So Excited”, will you give interviews or will you carry on interviewing yourself?
A- I’ll do everything, I guess. I admit that the self-interview always saves me time.
Q- And questions.
A- I talk about everything except who sleeps with me. I’ll make you a promise (although I’m not a man to make promises, much less to keep them). If our president of the government, whoever that may be next spring, gives interviews to all the media and answers all kinds of questions, I’ll do the same. Otherwise, I’ll issue press releases on the social networks and I’ll interview myself, but without hiding anything.
Q- Amen.
Pedro Almodóvar
31st July 2012
> PARTE METEOROLÓGICO DEL RODAJE DE LOS AMANTES PASAJEROS
Alcanzamos la tercera semana sin bajas. Mucho calor, más que en Madrid, dentro del avión, con los focos a punto, alcanzamos los 50 grados. Disponemos de una gran nave para rodar, pero el interior del avión donde transcurre la acción se nos queda chiquito, la grúa prácticamente no cabe y Alcaine se las ve y se las desea para encontrar lugares donde esconder la luz. Los chicos, actores y actrices, no parecen sentir ninguna incomodidad (y las sufren, seguro) pero tienen un entusiasmo increíble. Les apasiona rodar juntos. Lo disfrutan muchísimo. Ya tenemos algunos momentos memorables y eso nos estimula mucho. A pesar de todo, yo sigo cagado. No veo a nadie fuera del rodaje, no salgo el fin de semana, no voy al cine, ni al teatro, apenas oigo música (recomiendo ELECTRIC GUEST –“Mondo” y de LOWER DENS “Nootropics”), no hablo por teléfono, voy a ver a Chavela los sábados, el resto del fin de semana lo paso con mi gato e inclinado sobre el guión para anticiparme a todo lo que queda. Reconozco que éste es mi estado ideal, vivir dentro de los estrechos confines de un rodaje. Sabemos que fuera hay clamor, que la situación es pavorosa. Pero en el plató es el único lugar donde no se siente la vertiginosa ascensión de la prima de riesgo. Solo leo los titulares de los periódicos, de camino al estudio. Un día de estos tomaré conciencia (ya la he tomado, pero la inercia del rodaje lo aplasta todo) y desde aquí diré lo que pienso de este gobierno brutal.
Pedro Almodóvar
24 de julio de 2012
> EMPEZAMOS
Tres días antes de empezar el rodaje me he quedado sin voz (supongo que por tener que hablar tanto y por los malditos aires acondicionados). Siempre me pasa algo la semana antes, eso significa que estamos preparados para empezar a rodar.
Excepto comer con Chavela Vargas (una emoción siempre infinita), los últimos tres días los he pasado en un silencio conventual, como diría ella. Dirigir una película es hablar durante toda la jornada, con todo el mundo y generalmente con varias personas a la vez. Ser director consiste en responder cada día a cientos de preguntas, tanto si sabes la respuesta como si no, el equipo necesita que le respondas para poder funcionar, aunque te equivoques.
“Los amantes pasajeros” cuenta la historia de un grupo de personas atrapado en un único decorado, y desconectado del exterior. La escritura del guión empezó como un capricho cómico y ha acabado como una comedia coral, moral, oral e irreal, o irrealista. He tratado de dejar la realidad a un lado, aunque a veces la realidad se cuela sin que te des cuenta. No he tenido ninguna referencia cinematográfica consciente durante su gestación, está más presente el teatro, incluso la televisión, y mi claustrofobia, que el cine. Soy de ese tipo de directores a los que les influye la televisión aunque no la vea. Me horroriza y a la vez me fascina la nueva narración televisiva.
En cualquier caso, la palabra es la gran protagonista. Siempre he confesado que mi vocación era convertirme en un gran novelista, mientras esperaba y me ejercitaba para cuando llegara ese momento he escrito un montón de guiones, pero con el tiempo no me he convertido en un gran novelista, ni siquiera en un novelista, supongo que en los últimos guiones es dónde más se percibe la nostalgia de la narración novelesca, pero escribí “Los amantes pasajeros” desde otra nostalgia, la del teatro. Mis películas le deben mucho al teatro, están llenas de escenas de dos, a veces de indisimulados monólogos. En esta hay más personajes de lo habitual pero menos espacios que nunca.
Se han hecho varias películas sobre un grupo atrapado, que no puede salir de donde está, (y la televisión está llena de concursos claustrofóbicos y de supervivencia) desde “El ángel exterminador” de Buñuel, hasta “Buried” de Rodrigo Cortés donde todo ocurre en el mínimo espacio imaginable, un ataúd. El reto es tan difícil para el personaje enterrado como para el director que tiene que contar su historia.
El reto de mis “pasajeros” es que deben luchar contra su angustia, sus miedos y sus fantasmas sin la ayuda de la tecnología, (algo que hoy es difícil de imaginar) sin imágenes que les entretengan, les informen, o les anestesien. Desnudos, sin iphones, videos de películas, Internet, ipads… condenados a ser ellos mismos, rodeados de desconocidos. Además de la lectura, el arma de los atrapados en un solo espacio es la palabra, la palabra para relacionarse, desahogarse, mentir, mentirse, reconocer que se ha mentido, seducir y ser seducido, compartir, luchar contra el miedo, la soledad y la idea de la muerte. Palabra desvergonzada, patética, artificiosa, divertida, exagerada, frágil, engreída, rota, complaciente, hedonista, libérrima y sobre todo entretenida (que me perdone Borges por usar tantos adjetivos).
Me acompañan en esta aventura maravillosos intérpretes, ahí van algunas fotos de ensayos y pruebas de cámara. José Luis Alcaine será una vez más el maestro de la luz, Pepe Salcedo, el mejor montador soñado y Alberto Iglesias, el compositor de la música.
“Los amantes pasajeros” será mi película número 19. Solo puedo decir que la pasión y la incertidumbre son las de siempre. Me siento como en “Pepi”, pero con más canas.
Pedro Almodóvar
9 de julio de 2012
> LA PIEL QUE HABITO NOMINADA A CUATRO PREMIOS SATURN
“La piel que habito” ha logrado cuatro nominaciones a los Saturn Awards, que otorga anualmente la Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films, en las categorías de Mejor Película Internacional, Mejor Actor, Mejor Actriz Secundaria y Mejor Maquillaje.
La entrega de los premios se celebrarán el próximo 26 de julio en Los Ángeles.
> PASAJEROS ILUSTRES
No pensaba desvelarlo hasta el último momento, pero si al magistrado Carlos Dívar le resulta imposible mantener en secreto la identidad de las personas con las que come (de lujo, eso sí), yo que soy un simple mortal no he podido evitar filtraciones sobre dos pasajeros ilustres en mi próxima película, aunque ellos no vuelan sino que permanecen en tierra. Me refiero a Penélope Cruz y Antonio Banderas, los dos han accedido a interpretar sendos papeles cortos, con los que se abre “Los amantes pasajeros”. Ambos ocupadísimos, han accedido a venir a Madrid solo para rodar un día, las tres primeras secuencias de la película. Si no sonara tan cursi diría que reboso de gratitud. Me emociona mucho que sean los dos los que abran esta nueva narración, para mí es como si dos personas de mi familia, emocional y artística, le dieran la bienvenida al espectador en mi vuelta a los orígenes, la comedia disparatada, un tono del que me había alejado últimamente.
Todo el reparto está compuesto por actores admirables, pero es cierto que además de Penélope y Antonio, en esta ocasión cuento con profesionales enormes para papeles cortos. Es el caso de Carmen Machi, esa actriz que convierte en spin off todo lo que toca, y Paz Vega, en otro papel corto pero esencial, como ya hizo en “Hable con ella”. A ambas les debo una protagonista, lo digo de corazón. También voy a darme el gustazo de trabajar con la Terremoto de Alcorcón, Pepa Charro, una auténtica diva alternativa que debería haber saltado a la gran pantalla hace tiempo. Otro papel breve, con promesa implícita de trabajo futuro. Ah, os recuerdo que el reparto principal está compuesto por Javier Cámara, Cecilia Roth, Lola Dueñas, Raul Arévalo, Carlos Areces, Antonio de la Torre, Hugo Silva, Willy Toledo, Miguel Ángel Silvestre, Blanca Suárez, José Luis Torrijo, José María Yazpick y Laya Martí.
La película ya está vendida a todo el mundo, y en los países donde el título no admita la doble acepción, gente que viaja y amantes que no lo son de por vida, se titulará “I’m So Excited”. En inglés no hay modo de traducir el título español. Pero además existen más razones, todas de peso, o no, se me olvidaba que pretendo hacer una comedia ligera, muy ligera.